Anna Oliver fue de las primeras chicas con síndrome de Down que participó en el programa de inserción y seguimiento laboral, una oportunidad que ni ella ni la familia nunca habían imaginado.
Escrito de la familia de Anna Oliver.
Era principios de los noventa. Anna estaba en un taller ocupacional y la rutina de las tareas empezaba a desmotivarla. La Fundación Astrid-21 acababa de constituirse con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual. Desde sus inicios, el trabajo se enfocó en diferentes áreas y según las necesidades de cada persona. Anna fue de las primeras chicas con síndrome de Down que participó en el programa de inserción y seguimiento laboral.
El proyecto de Astrid-21 llegó en el momento oportuno: una oportunidad que ni ella ni la familia nunca habíamos imaginado. La propuesta de trabajar en el Consejo Comarcal generó ilusiones e incertidumbres, y un reto que sólo se podría lograr si todas las partes creían que merecía la pena y colaboraban juntas para conseguirlo.
Treinta años después hacemos memoria de esta experiencia. Las personas implicadas seguro que harán lecturas muy diversas. Nosotros, como familia, encabezaríamos la memoria con notas de agradecimiento:
Agradecimiento a las personas del Consejo Comarcal por haber creído en el proyecto y por haber acompañado a Anna con paciencia, cariño y respeto. Agradecimiento a Astrid-21 por dar oportunidades a las personas con discapacidad intelectual, por su saber y saber hacer.
Agradecimiento a Anna por ser como es: la perseverancia, el esfuerzo, la simpatía y la bonhomía son valores inherentes en ella. Ella mejora la vida de las personas que estamos a su alrededor porque nos impele a adoptar una mirada poliédrica, a incorporar la diversidad como parte de la vida misma y de la composición social. Y lo hace a partir de su sensibilidad y capacidad sin constricción de demostrar amor, dignidad y respeto allá donde a menudo se pone compasión y condescendencia.
Con su ejemplo, y el de otras muchas como ella, clama por un mundo inclusivo donde todas las personas tengan cabida y reconocimiento, sean cuales sean sus capacidades.
Son incontables las veces que hemos comentado cómo esta inserción laboral ha cambiado la vida de Anna y de la familia. Verla motivada, activa e integrada en un contexto social rico y cambiante nos hace sentir gozosos y agradecidos con todas las personas que, en un momento u otro, han formado parte de su vida. Gracias de todo corazón.
Familia Oliver Ricart
Escrito del Consejo Comarcal de El Baix Empordà.
En 1998, el Consejo Comarcal de El Baix Empordà firmó un convenio con la Fundación Astrid-21, que trabaja para la inserción laboral de personas con discapacidad intelectual, con el objetivo de incluir a una persona de este colectivo. lectivo a la administración que actualmente presido.
Desde la Fundación Astrid-21 nos presentaron a Anna Oliver Ricart, vecina del municipio de Forallac, con una energía, alegría, y unas ganas de trabajar inexplicables. Una de las tareas más importantes que asumió como un tesoro, fuiste la gestión del envío de cartas, un trabajo que día a día perfeccionó y asumió sola como un gran profesional, ¡sabía más que nadie!
A lo largo del tiempo, Anna ha sido un referente muy importante en esta casa. De la misma forma que ella ha aprendido de nosotros, nosotros hemos aprendido mucho de ella y se ha ganado una enorme estima de todo el personal del Consejo.
A día de hoy, Anna, de vez en cuando, viene a hacernos una visita al Consejo y nos alegra enormemente verla feliz cuando nos explica las actividades que hace dos o tres días a la semana en su nueva etapa , la jubilación!
Joan Manel Loureiro Vall
Presidente